La utopía es la creación de un universo alternativo como contexto de un relato. Uno de los aspectos más interesantes es que detrás de ese contexto se sugiere una crítica política y social; un presente ucrónico, donde se reconstruye la realidad basada en hechos que no suceden, aunque bien sería posible y, acaso, deseable.
Buceando en la utopía
Roberto Arlt diseñaba personajes en un camino hacia la derrota inexorable. La isla desierta, es una obra de teatro en un acto, estrenada en el Teatro del Pueblo en 1937. Los empleados de una oscura oficina portuaria advierten un cambio substancial en sus vidas cuando los trasladan del sótano en que trabajaban, al décimo piso.
Desde el inmenso ventanal, descubren la luz natural, contemplan la llegada de los buques, y el ruido de la calle se hace una costumbre que empiezan a apreciar. De pronto aparecen los reclamos de libertad, la desestabilización de la rutina y la incitación a la revuelta de Cipriano (El Mulato), el encargado de la limpieza.
¡Ay! utopía, incorregible, que no tiene bastante con lo posible…
Joan Manuel Serrat – Utopía
El Mulato con sus relatos de viajes, sus historias sobre culturas exóticas, ejerce una desmesurada influencia en los empleados, quienes comienzan a renunciar al empleo y se van a la búsqueda de una nueva vida. Los textos de Arlt se instalan en un mañana utópico, en una realidad que todavía no es.
Ricardo Piglia dijo sobre Roberto Arlt en su libro: Crítica y ficción de 1986:
Estar loco, en Arlt, es cruzar el límite, es escapar del infierno de la vida cotidiana. O mejor, habría que decir, la locura es la ilusión de salir de la miseria. La lotería, el invento, la astrología: cambiar las relaciones de causalidad, manejar el azar, escapar de las determinaciones económicas.
En el fondo la locura arltiana es una forma de la utopía popular. Se sale de la pobreza también por medio de la ficción. Quiero decir: la ficción suplanta al milagro como forma de transformación súbita.
No hay tal lugar
Como dijo Quevedo: “Llámola utopía, voz griega cuyo significado es ‘no hay tal lugar»
Jorge Luis Borges escribe su cuento: Utopía de un hombre que está cansado, que integra El libro de arena, colección de cuentos y relatos publicada en 1975. Narra la historia de Eudoro Acevedo, nacido en 1897 en la ciudad de Buenos Aires quien visita una finca en medio de una llanura desierta, en el futuro, donde los hombres viven el tiempo que desean, aman la vida en soledad y disfrutan del arte con devoción.
¿Cuántos relatos se inspiran en La Cucaña, la Atlántida, el Dorado, o el Shangri-La? Existe una tensión entre lo posible y lo imposible. El tiempo y las reglas quedan desafiados. De alguna manera, la literatura es una forma de utopía. A veces es inevitable pensar que la realidad nos obliga a pensar en mundos y sociedades mejores. La evocación de una idea de futuro mejor, frente a este presente de grietas, de odios irracionales, de descuido de los recursos naturales y cambio climático, hacen que cualquier sueño de un mundo mejor se parezca demasiado a una utopía. Claro que esta vez inalcanzable, contradiciendo a Oscar Wilde, que sostenía que: «el progreso es la realización de todas las utopías».
La utopía es una necesidad, un remedio para la desesperanza, para lo imposible. Es un faro para militantes políticos y una inspiración para la literatura, solo estorbada, a veces, por la distopía.
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