La conjura de los necios es el paradigma del rechazo literario. Como sostengo desde este blog, la labor del escritor independiente debe incluir algunas características literarias y otras relacionadas al carácter, al nuevo saber y al uso de herramientas que hasta hoy no había utilizado. El temple es necesario en todo el proceso.
El optimismo me da náuseas. Es perverso. La posición propia del hombre en el universo, desde la Caída, ha sido la de la miseria y el dolor.
La conjura de los necios, John Kennedy Toole
John y su reconocimiento póstumo
Thelma Toole se le apareció en casa al escritor Walker Percy, autor de The Moviegoer (El espectador) por el que recibió el Premio Nacional del Libro y de El Amor en las Ruinas: Las Aventuras de un Mal católico en un tiempo cercano al fin del mundo. El hombre, ya mayor, la observó con recelo. ¿Cómo se atrevió a insistir tanto y finalmente a traerle un libro y pedirle que la ayude a publicarlo?
La mujer asumió con valentía utilizar su último recurso de aferrarse a la buena voluntad del novelista porque ya había perdido toda esperanza. Le contó la historia de su hijo, John, que se suicidó encerrado en su auto con monóxido de carbono, desencantado porque 16 editoriales habían rechazado su novela: La conjura de los necios. 16 Rechazos, reflexionó Walker, y piensa que a mí me tiene que convencer de que lo que escribió tiene valores que las editoriales no pudieron ver…
La biografía cuenta que Toole comenzó a deteriorarse rápidamente después de perder la esperanza de publicar su libro, se volcó a la bebida, abandonó su empleo como profesor de doctorado en Tulane, y la depresión lo llevó a sentirse un fracasado.
La Conjura De Los Necios, de acuerdo a la crítica, es una novela disparatada, ácida e inteligente. Muestra un estilo divertido y amargo a la vez, con situaciones desproporcionadas que convierten el texto en una tragicomedia. Cuenta la historia de un incomprendido Ignatius J. Really, una especie de Quijote navegando en un mar de buenos personajes de Nueva Orleans, magistralmente definidos.
La virtud de la compasión
Walker Percy, por piedad recibió el manuscrito con bajas expectativas, entendiendo que la madre oficiaba como deudo atormentado y no como experta en literatura moderna, pero la compasión tiene esa virtud de abrir puertas que de otra manera estarían clausuradas.
Para su sorpresa, la novela le dio vuelta la cabeza y tomó el desafío de lograr que la Universidad Estatal de Luisiana realice la primera edición en inglés y ya en 1982, llega a Anagrama para toda Europa. La novela obtuvo el premio Pulitzer.
El acto de publicar
La decisión de publicar es un acto privado, íntimo y maravilloso. Sucede mágicamente, como si recibiésemos un mensaje del universo. El momento de la concepción, elaboración y escritura sucede casi como un trance vocacional involuntario, sin pensar, al menos conscientemente, en quién será el lector, con que otros escritores competirá en las bateas o si llegará a todas las librerías del país. Tampoco piensa en las tendencias o las modas.
De hecho, podría decirse que la obra es independiente del producto, hasta que llega el momento de mirarlo como un todo, y allí comienzan las dudas y las frustraciones.
Vivimos un tiempo de emprendedores. Quizá si John Kennedy Toole hubiese vivido en estos tiempos, habría tenido otras alternativas que seguir antes de suicidarse. Los emprendedores fabrican productos o servicios. Llega un momento en que los escritores, sin importar de qué disciplina, tienen que utilizar nuevas herramientas, conocimientos y capacidades, para ser artífices de la distribución de sus obras entre sus lectores.
Esto no es un problema para Florencia Bonelli, Eduardo Sacheri o Pedro Mairal, quienes ya tienen sus contratos con las grandes editoriales. La dificultad es para los que no consiguen ser siquiera atendidos por un editor que recepcione y evalúe su obra.
Vienen tiempos de escritores artífices de todo lo que se necesite para que su palabra llegue a los lectores, escritores emprendedores, capaces de imprimir y salir a vender sus libros.
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