Osvaldo Bayer, intelectual y rebelde, fue testigo de trece dictaduras militares, estuvo confinado en la cárcel en Esquel y en Buenos Aires, y sufrió ocho años en exilio que cambiaron su vida para siempre. Escribió once libros y, hasta el último día de su vida, siguió escribiendo memorias, anécdotas, recuerdos y notas.
Odisea de un hombre intelectual y rebelde
La biografía básica de Osvaldo Bayer, podría reducirse a una larga cadena de actividades: historiador, escritor, periodista, filósofo, pensador, intelectual, profesor. Desde el punto de vista ideológico: sindicalista, gremialista, militante político y activista por los derechos humanos, pero por sobre todo anarquista.
“Hay rebeldes cuya rebeldía sólo les alcanza para dejarse el pelo largo y dejar boquiabierta a su chica, y hay otros cuya rebeldía los impulsa a lanzarse a una lucha tremenda, marginados por la sociedad, habitantes de un submundo de violencia, dureza y sangre”.
Osvaldo Bayer
El anarquismo era para él “la defensa del socialismo en libertad. No hay mejor fórmula para la Paz y la Igualdad en el mundo. Ni capitalismo ni dictadura del proletariado”.
Ser intelectual y rebelde en la Argentina de los tiempos de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) no fue una tarea fácil. Sufrió una amenaza con un comunicado aparecido el 25 de setiembre de 1974 condenando a muerte al director, al productor, al guionista y a los actores de La Patagonia rebelde.
Él y su esposa, Marlies Joos, tuvieron que abandonar el país y se fueron a Alemania, pero regresaron un año después, en febrero de 1976, durante los últimos meses de Isabel Perón. El golpe militar del 24 de marzo lo obligó a volver a refugiarse en Alemania: “Usted jamás va a volver a pisar el suelo de la patria”, lo intimidó un reconocido Brigadier en el aeropuerto de Ezeiza.
Tiempo después, en la recuperación definitiva de la democracia, en 1983, la revista Humor publicó una entrevista de Osvaldo Soriano a Bayer donde confesó que le tocó abandonar el país “con una inmensa rabia”.
Bayer y la intelectualidad
Alguna vez dijo Bayer que “la literatura es la mejor ciencia para aprender de la realidad y la imaginación. Más que la religión, la literatura nos ayuda a navegar, a soñar, a llegar a soluciones. Para simplificar, aunque se rían, para ser buenos”.
Más allá de su amistad con Osvaldo Soriano, para Bayer el mejor escritor que conoció fue Julio Cortázar. Para él, un genio, un buen hombre y un verdadero amigo.
A finales de los 50, Bayer trabajó en la redacción de Clarín junto a Jacobo Timerman (fundador de La Opinión), Héctor Ricardo García (fundador de Crónica) y Julio Alfredo Ramos (fundador de Ámbito Financiero). Fue durante un tiempo cronista parlamentario entre tantas áreas en las que le tocó desempeñarse.
Entre sus frases más célebres, se encuentra su opinión sobre la intelectualidad:
«El intelectual tiene que tener todas las libertades para escribir lo que se le da la gana, no se le puede poner norma ni prohibición. Eso sí, tiene la obligación moral de salir a la calle cuando ve injusticias en la sociedad, no quedarse en la torre de marfil. Por eso mi admiración por Rodolfo Walsh y por Haroldo Conti, que tomaron una posición en momentos tan difíciles para el país».
Intelectual y rebelde, Osvaldo Jorge Bayer ha dejado un inmenso legado sobre el pensamiento libre, sobre la ética de la conducta con respecto al decir literario, periodístico y cinematográfico. Murió en 2018, a los 91 años, sin dejar nunca de escribir.
Visitas: 43