Los audiolibros conforman un hito curioso en la evolución de la producción literaria. El paso de la palabra hablada a la escrita fue el lanzamiento de la literatura. Los primeros escritores graficaban sus historias sobre las piedras, dibujando animales y contando escenas de su vida. Has recorrido un largo camino escritor, para dar la vuelta e invertir el sentido de la historia. Hoy estamos contando historias de la palabra escrita hacia la palabra hablada.
“El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto”.
Charles Chaplin
Del rollo de papiro al hipertexto
Para llegar a los audiolibros vamos a repasar la evolución literaria. El rollo de papiro fue el comienzo, pero el objeto libro nace con el códice, la primera manifestación seria de un texto coherente a lo largo de un documento encuadernado.
En verdad eran manuscritos, laboriosos, realizados por y para monjes, y accesible solo a gente poderosa. Había un artesano que encuadernaba y cosía las hojas, y al final armaba el producto final aplicándoles tapas duras de madera.
El paso siguiente fue el libro tipográfico, que tenía un alcance relativamente masivo y no resultaba demasiado costoso para las clases lectoras de los siglos XI a XIII. La revolución industrial trajo el libro impreso en papel, se consolida el mercado editorial, se amplían las clases lectoras y el “producto libro” se desarrolla dentro del capitalismo.
La noción del audiolibro, o libro parlante, se origina en Reino Unido, promovido por el Real Instituto Nacional para Ciegos. Promediaba la década de 1920. Hubo algunos intentos insatisfactorios, hasta que 1952 se grabó un disco con poesías de Dylan Thomas y como experiencia piloto funcionó con corrección.
Posteriormente nace el libro digital, el hipertexto; las nuevas tecnologías y la moderna piratería hacen que los libros multipliquen las posibilidades de alcanzar distintos tipos de dispositivos desde la computadora hasta el ebook reader, pasando por tablets y smartphones. Los primeros libros digitales fueron los comienzos del Proyecto Gutenberg a finales de 1971.

La nueva dimensión audiolibros
La magia del marketing y la pandemia en estos dos últimos años, propiciaron que una gran cantidad de lectores probara las mieles de los audiolibros con excelentes resultados. Es que según opinan los usuarios, permiten compartir actividades mientras se escuchan sin perder atención fina. Muchas amas de casa y personas que frecuentan gimnasios, cargan en sus dispositivos móviles audiolibros, y aprecian el formato por su ductilidad.
Si bien ya se pueden encontrar audiolibros de todos los géneros literarios, un estudio de mercado propiciado por el Grupo Planeta indica que la novela policial, el género romántico y los libros de desarrollo personal, están al tope de las ventas en este formato.
Hay detrás de la producción de audiolibros todo un movimiento de tecnología que incluye casting de voces, y equipamiento ad hoc, locutores, en fin, todo un nuevo sistema de engranajes poco común en el mundo editorial. Para quienes quieran introducirse en el tema, hay muy buenos títulos gratis en https://www.sonolibro.com/audiolibros/gratis
Así como los escritores independientes hemos logrado avanzar con la iniciativa propia y artesanal sobre el mercado de los ebooks, con programas como Sigil y Calibre que permiten resultados con calidad profesional a quienes saben manejarlos; ya están apareciendo las versiones de audiolibros grabados por sus autores con tecnologías hogareñas.
Es que los micrófonos semiprofesionales son accesibles y se pueden enchufar a las computadoras con resultados increíbles. Hay programas gratuitos como Audacity, muy efectivos para la mezcla y la corrección de ruidos y la aplicación de efectos especiales.
Cuestión de animarse
El mercado editorial ha evolucionado, no todo lo que se produce en papel y en ebook tiene su versión en audiolibros. Pero todo indica que es cuestión de tiempo. También es cierto que el formato de libros favorito en todo el mundo sigue siendo el papel, que conserva su magia y su extrema versatilidad.
Pero en verdad, la evolución sigue adelante y no parece extraño que sigan apareciendo nuevas maneras de abordar la literatura donde lo único constante es el autor.
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