Alienígenas, literatos y obsesiones interplanetarias

Los alienígenas forman parte de un relato empeñado en cuestionarnos nuestras creencias. Es un tema rico que permite el continuo fluir de viejos dilemas y viejas discusiones. Esto no comenzó con “Alienígenas Ancestrales” el programa de History Channel, ni con Fabio Serpa en Argentina, sino en el siglo II con Luciano de Samósata. Luciano escribió en su lengua natal (griego) lo que se conoce como la primera obra de ciencia ficción: Relatos verídicos. Textos satíricos con viajes por el espacio y seres extraños de planetas en guerra.

Alienígenas que invaden los textos

Lejos de alimentar la discusión, prefiero ocuparme de algunas de las plumas que se sumergieron en el tema. Antes de Julio Verne, en De la tierra a la luna, Kepler, Cyrano y Voltaire ya habían encendido la imaginación en torno a los alienígenas.

No obstante, el primer hito mundial y masivo, se produce con H. G. Wells con La guerra de los mundos, pero no tanto en tiempos de su publicación en 1898, sino en la representación radial de la obra, a manos de Orson Welles en 1938. Fue el examen de ingreso al tema, para una población que no estaba preparada y que debió soportar escenas de pánico que casi terminan en tragedia.

Alienígenas
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 «La ausencia de evidencia no es una evidencia de la ausencia».

Carl Sagan.

En 1950 Ray Bradbury publica Crónicas Marcianas, acaso el segundo hito definitivo en la literatura sobre alienígenas y guerras galácticas. Pero en el camino dejaron huella Jack London y Edgar Rice Burroughs (el mismo de Tarzán).

La novela 2001, Odisea del espacio de 1968, proviene de la aplicación de algunos cuentos de Arthur C. Clark a la idea cinematográfica de Stanley Kubrick. Es un libro publicado con el estreno de la película homónima. Se convirtió en una historia clásica y de consulta permanente por profanos y eruditos.

El inefable Philip K. Dick confeccionó una interesante historia en 1970, Nuestros amigos de Frolik 8. Pero plantó los cimientos en Blade Runner (1968), un libro increíble al que Riddley Scott convirtió en éxito cinematográfico internacional y a la vez un clásico de la ciencia ficción

Otro hito interesante es la obra de Isaac Asimov, Los propios dioses, de 1972..

Marcianos, viajeros terrestres y buena literatura

En 1985 aparece Contacto, de Carl Sagan, y por primera vez se construye una mirada científica sobre el tema. Escribió por ahí, no precisamente para excusarse: «Si estamos solos en el universo, seguro sería un terrible desperdicio de espacio». Una frase simple y profunda, que le dio sentido a mucha de la literatura fantástica que lo sucedió, pero también para la literatura periodística. Este ha sido el principal argumento de algunos teóricos de la vida extraterrestre, que se sacan lustre diciendo que Sagan opinaba como ellos…

Esfera, de Michael Crichton, aparece en 1986 aunque su primera aproximación al tema fue en 1968, con La amenaza de Andrómeda. En 1998, Esfera es llevada al cine, con muchas críticas, sin embargo, con ingredientes literarios impresionantes, quizá mal ejecutados en el largometraje.

En 2006 Liu Cixin, un notable y multipremiado escritor chino, autor de la trilogía: El recuerdo del pasado de la tierra, aparece con su estilo depurado que junta adictos en todo el mundo.

El paso del tiempo y el declive

La ufología se ha desarrollado en la cultura popular en situación de espera de un encuentro que inexorablemente ocurrirá. Los marcianos han devenido en extraterrestres y posteriormente en alienígenas. Un capricho de la evolución, cuanto más se complejiza la noción de vida en otros planetas, más trillado se vuelve el tema en la pluma de los escritores. De hecho, empieza a desaparecer como tema de interés literario mientras crece de manera inversamente proporcional en periodistas especializados, programas de pseudociencia y un aparato mediático voluminoso.

Hasta la década del 50, los alienígenas apenas fueron tema para algunos escritores renombrados. En la década del 50 hay un crecimiento en la producción, coincidente con algunos sucesos de la época como el incidente de Roswell, Nuevo México.

La explosión literaria sucede en la década del 60 y se mantiene de manera pareja hasta los comienzos de los noventas, en que se produce una importante caída en la producción de este tipo de historias. Esto se acentúa en el siglo XXI, probablemente porque aquel impulso de la fantasía, de la incógnita, del misterio, es ocupado por espacios periodísticos en que la realidad empieza a matar a la ficción.

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